LECCIÓN 76
No me gobiernan otras leyes que las de Dios.
1. Hemos
visto antes cuántas cosas absurdas te han parecido ser la salvación. Cada
una de ellas te ha aprisionado con leyes tan absurdas como ellas
mismas. Sin embargo, no estás aprisionado por ninguna de esas
cosas. Mas para comprender que esto es cierto, primero te tienes que dar
cuenta de que la salvación no se encuentra en ninguna de ellas. Mientras
la busques en cosas que no tienen sentido te atarás a ti mismo a leyes que
tampoco tienen sentido. Y de esta manera, tratarás de probar que la salvación
está donde no está.
2. Hoy
nos alegraremos de que no puedas probarlo. Pues si pudieses, buscarías la
salvación eternamente donde no está, y jamás la hallarías. La idea de hoy
te repite una vez más cuán simple es la salvación. Búscala allí donde te
espera y allí la hallarás. No la
busques en ninguna otra parte, pues no está en ninguna otra parte.
3. Piensa
en la liberación que te brinda el reconocimiento de que no estás atado a las
extrañas y enrevesadas leyes que has promulgado para que te salven. Crees
realmente que te morirías de hambre a menos que tengas fajos de tiras de papel
moneda y montones de discos de metal. Crees realmente que una pequeña
píldora que te tomes o que cierto fluido inyectado en tus venas con una fina
aguja te resguardará de las enfermedades y de la muerte. Crees realmente
que estás solo a no ser que otro cuerpo esté contigo.
4. La
demencia es la que piensa estas cosas. Tú las llamas leyes y las anotas
bajo diferentes nombres en un extenso catálogo de rituales que no sirven para
nada ni tienen ningún propósito. Crees que debes obedecer las
"leyes" de la medicina, de la economía y de la salud. Protege
el cuerpo y te salvarás.
5. Eso
no son leyes, sino locura. EI cuerpo se ve amenazado por la mente que se
hace daño a sí misma. El cuerpo sufre solo para que la mente no pueda darse
cuenta de que es la víctima de sí misma. El sufrimiento corporal es una máscara de la que la
mente se vale para ocultar lo que realmente sufre. No quiere
entender que es su propia enemiga; que se ataca a sí misma y que quiere
morir. De esto es de lo que tus "leyes" quieren salvar al
cuerpo. Para esto es para lo que crees ser un cuerpo.
6. No
hay más leyes que las de Dios. Esto necesita repetirse una y otra vez
hasta que te des cuenta de que es aplicable a todo lo que has hecho en
oposición a la Voluntad de Dios. Tu magia no tiene sentido. Lo que
pretende salvar no existe. Únicamente lo que pretende ocultar te salvará.
7. Las
leyes de Dios jamás pueden ser reemplazadas. Dedicaremos el día de hoy a
regocijarnos de que así sea. No es ésta una verdad que queramos seguir
ocultando. En lugar de ello nos daremos cuenta de que es una verdad que
nos mantiene libres para siempre. La magia aprisiona, pero las leyes de
Dios liberan. La luz ha llegado porque no hay más leyes que las de Él.
8. Comenzaremos
hoy las sesiones de práctica más largas con un breve repaso de las diferentes
clases de "leyes" que hemos creído necesario acatar. Éstas
incluyen, por ejemplo, las "leyes" de la nutrición, de la
inmunización, de los medicamentos y de la protección del cuerpo en las
innumerables maneras en que ésta se lleva a cabo. Crees también en las
"leyes" de la amistad, de las "buenas" relaciones y de la
reciprocidad. Puede que hasta incluso creas que hay leyes que regulan lo
que es de Dios y lo que es tuyo. Muchas "religiones" se han
basado en eso. Dichas religiones no salvan, sino que condenan en nombre
del Cielo. En cualquier caso, sus leyes no son más extrañas que otras
"leyes" que tú crees que debes obedecer para estar a salvo.
9. No hay
más leyes que las de Dios. Deshecha hoy todas tus insensatas creencias
mágicas y mantén la mente en un estado de silenciosa preparación para escuchar
la Voz que te dice la verdad. Estarás escuchando a Uno que te dice que de
acuerdo con las leyes de Dios las pérdidas no existen. No se hacen ni se
reciben pagos; no se pueden hacer intercambios; no hay sustitutos y
ninguna cosa es reemplazada por otra. Las leyes de Dios dan eternamente
sin jamás quitar nada.
10. Escucha
a Aquél que te dice esto y date cuenta de cuán insensatas son las
"leyes" que tú pensabas regían el mundo que creías ver. Sigue
prestando atención. Él te dirá más. Te hablará del Amor que tu Padre
te profesa, de la infinita dicha que te ofrece, de la ardiente
añoranza que siente por Su único Hijo, creado como Su canal de creación, pero
que éste le niega debido a su creencia en el infierno.
11. Abramos
hoy los canales de Dios y permitamos que Su Voluntad se extienda a través de
nosotros hasta Él. De esa manera es como la creación se expande infinitamente. Su
Voz nos hablará de esto, así como de los gozos del Cielo, que Sus leyes
mantienen por siempre ilimitados. Repetiremos la idea de hoy hasta que
hayamos escuchado y comprendido que no hay más leyes que las de
Dios. Después nos diremos a nosotros mismos, a modo de dedicatoria con la
cual concluye la sesión de práctica:
No me gobiernan otras leyes que las de Dios.
12. Repetiremos
hoy esta dedicatoria tan a menudo como sea posible; por lo menos cuatro o
cinco veces por hora, así como en respuesta a cualquier tentación de sentirnos
sujetos a otras leyes a lo largo del día. Es nuestra declaración de que
estamos a salvo de todo peligro y de toda tiranía. Es nuestro
reconocimiento de que Dios es nuestro Padre y de que Su Hijo se ha salvado.
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