1. Para este repaso utilizaremos solo una idea por
día y la practicaremos tan a menudo como nos sea posible. Además del tiempo que
le dediques mañana y noche, que no debería ser menos de quince minutos cada
vez, y de los recordatorios que has de realizar cada hora durante el transcurso
del día, usa la idea tan a menudo como puedas entre estos recordatorios. Cada
una de estas ideas por sí sola podría salvarte si verdaderamente la
aprendieras. Cada una de ellas sería suficiente para liberarlos a ti y al mundo
de cualquier clase de cautiverio e invitar de nuevo el recuerdo de Dios.
2. Con esto en mente, demos comienzo a nuestras
prácticas, en las que repasaremos detenidamente los pensamientos con los que el
Espíritu Santo nos ha bendecido en nuestras últimas veinte lecciones. Cada uno
de ellos encierra dentro de sí el programa de estudios en su totalidad si se
entiende, practica, acepta y aplica a todo cuanto parece acontecer a lo largo
del día. Uno solo de ellos bastaría. Mas no se debe excluir nada de ese
pensamiento. Necesitamos, por lo tanto, usarlos todos y dejar que se vuelvan
uno solo, ya que cada uno de ellos contribuye a la suma total de lo que
queremos aprender.
3. Al igual que nuestro último repaso, estas
sesiones de práctica giran alrededor de un tema central con el que comenzamos y
concluimos cada lección. El tema para el presente repaso es el siguiente: No
soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó. El día comienza y
concluye con esto. Y lo repetiremos asimismo cada vez que el reloj marque la
hora o siempre que nos acordemos, entre una hora y otra, que tenemos una
función que trasciende el mundo que vemos. Aparte de esto y de la repetición
del pensamiento que nos corresponda practicar cada día, no se requiere ningún
otro tipo de ejercicio, excepto un profundo abandono de todo aquello que
abarrota la mente y la hace sorda a la razón, a la cordura y a la simple
verdad.
4. Lo que nos proponemos en este repaso es ir más
allá de todas las palabras y de las diferentes maneras de practicar. Pues lo
que estamos intentando esta vez es ir más deprisa por una senda más corta que
nos conduce a la serenidad y a la Paz de Dios. Sencillamente cerramos los ojos
y nos olvidamos de todo lo que habíamos creído saber y entender. Pues así es
como nos liberamos de todo lo que ni sabíamos ni pudimos entender.
5. Hay una sola excepción a esta falta de
estructura. No dejes pasar un solo pensamiento trivial sin confrontarlo. Si
adviertes alguno, niega su dominio sobre ti y apresúrate a asegurarle a tu
mente que no es eso lo que quiere. Luego descarta tranquilamente el pensamiento
que negaste y de inmediato y sin titubear substitúyelo por la idea con la que
estés practicando ese día.
6. Cuando la tentación te asedie, apresúrate a
proclamar que ya no eres su presa, diciendo: No quiero este pensamiento. El que
quiero es _____. Y entonces repite la idea del día y deja que ocupe el lugar de
lo que habías pensado. Además de estas aplicaciones especiales de la idea
diaria, solo añadiremos unas cuantas expresiones formales o pensamientos
específicos para que te ayuden con tu práctica. Por lo demás, le entregamos
estos momentos de quietud al Maestro que nos enseña en silencio, nos habla de
paz e imparte a nuestros pensamientos todo el significado que puedan tener
jamás.
7. A Él le ofrezco este repaso por ti. Te pongo en
Sus manos, y dejo que Él te enseñe qué hacer, qué decir y qué pensar cada vez
que recurres a Él. Él estará a tu disposición siempre que acudas a Él en busca
de ayuda. Ofrezcámosle este repaso que ahora comenzamos y no nos olvidemos de a
Quien le fue entregado, según practicamos día tras día, avanzando hacia el
objetivo que Él fijó para nosotros, dejando que nos enseñe cómo proceder y
confiando plenamente en Él para que nos indique la forma en que cada sesión de
práctica puede convertirse en un amoroso regalo de libertad para el mundo.
LECCIÓN 201
No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como
Dios me creó.
1. (181) Confío
en mis hermanos, que son uno conmigo. No hay nadie que no sea mi hermano. He
sido bendecido con la unicidad de la que gozo con el universo y con Dios mi
Padre, el único Creador de la totalidad que es mi Ser, eternamente uno conmigo.
No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como
Dios me creó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario