viernes, 21 de junio de 2019

LECCIÓN 53






LECCIÓN 53


Hoy repasaremos lo siguiente: 

1.  Mis pensamientos sin significado me están mostrando un mundo sin significado.

Dado que los pensamientos de que soy consciente no significan nada, el mundo que los refleja no puede tener significado. Lo que da lugar a este mundo es algo demente, como lo es también el resultado de ello. La realidad no es demente, y yo tengo pen­samientos reales así como dementes. Por lo tanto, puedo ver un mundo real, si recurro a mis pensamientos reales como guía para ver.

2. Estoy disgustado porque veo un mundo que no tiene signi­ficado.

Los pensamientos dementes perturban. Dan lugar a un mundo en el que no hay orden de ninguna clase. Solo el caos puede regir en un mundo que representa una manera de pensar caótica, y el caos es la ausencia total de leyes. No puedo vivir en paz en un mundo así. Estoy agradecido de que este mundo no sea real, y de que no necesito verlo en absoluto, a menos que yo mismo elija otorgarle valor. Elijo no otorgarle valor a lo que es comple­tamente demente y no tiene significado.

3. Un mundo sin significado engendra temor.

Lo que es totalmente demente engendra temor porque no se puede contar con ello en absoluto, ni da pie a que se le tenga confianza. En la demencia no hay nada en lo que se pueda con­fiar. No ofrece seguridad ni esperanza. Pero un mundo así no es real. Le he conferido la ilusión de realidad y he sufrido por haber creído en él. Elijo ahora dejar de creer en él y depositar mi con­fianza en la realidad. Al elegir esto, me escaparé de todos los efectos del mundo del miedo porque estaré reconociendo que no existe.

4. Dios no creó un mundo sin significado.

¿Cómo puede ser que exista un mundo sin significado si Dios no lo creó? Él es la Fuente de todo significado y todo lo que es real está en Su Mente. Está en mi mente también porque Él lo creó conmigo. ¿Por qué he de seguir sufriendo por los efectos de mis pensamientos dementes cuando la perfección de la creación es mi hogar? Quiero recordar el poder de mi decisión y reconocer mi verdadera morada.

5. Mis pensamientos son imágenes que yo mismo he fabri­cado.

Todo lo que veo refleja mis pensamientos. Son mis pensamientos los que me dicen dónde estoy y lo que soy. El hecho de que vea un mundo en el que hay sufrimiento, en el que se puedan experi­mentar pérdidas y en el que se pueda morir, me muestra que lo único que estoy viendo es la representación de mis pensamientos dementes, y que no estoy permitiendo que mis pensamientos rea­les viertan su benéfica luz sobre lo que veo. No obstante, el camino de Dios es seguro. Las imágenes que he fabricado no pue­den prevalecer contra Él porque no es mi voluntad que lo hagan. Mi voluntad es la Suya, y no antepondré otros dioses a Él.




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