LECCIÓN 239
Mía es la
Gloria de mi Padre.
1. No permitamos hoy que la verdad acerca de
nosotros se oculte tras una falsa humildad. Por el contrario, sintámonos
agradecidos por los dones que nuestro Padre nos ha concedido. ¿Sería posible
acaso que pudiéramos advertir algún vestigio de pecado o de culpa en aquellos
con quienes Él comparte Su Gloria? ¿Y cómo podría ser que no nos contásemos
entre ellos, cuando Él ama a Su Hijo para siempre y con perfecta constancia,
sabiendo que es tal como Él lo creó?
2. Te damos gracias, Padre, por la luz que refulge
eternamente en nosotros. Y la honramos porque Tú la compartes con nosotros. Somos
uno, unidos en esa luz y uno Contigo, en paz con toda la Creación y con
nosotros mismos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario