LECCIÓN 273
Mía es la
quietud de la Paz de Dios.
1. Tal vez estemos ahora listos para pasar un día
en perfecta calma. Si esto no fuese posible todavía, nos contentaremos y nos
sentiremos más que satisfechos de poder aprender cómo puede lograrse un día
así. Si permitimos que algo nos perturbe, aprendamos a descartarlo y a recobrar
la paz. Solo necesitamos decirles a nuestras mentes con absoluta certeza: “Mía
es la quietud de la Paz de Dios” y nada podrá venir a perturbar la paz que Dios
Mismo le dio a Su Hijo.
2. Padre, Tu Paz es mía. ¿Qué necesidad tengo de
temer que algo pueda robarme lo que Tú has dispuesto sea mío para siempre? No
puedo perder los dones que me has otorgado. Por lo tanto, la paz con la que
agraciaste a Tu Hijo sigue conmigo en la quietud y en el eterno amor que Te
profeso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario