LECCIÓN 326
He de ser
por siempre un Efecto de Dios.
1. Padre, fui creado en Tu Mente, como un
Pensamiento Santo que nunca abandonó Su Hogar. He de ser por siempre Tu Efecto,
y Tú, por siempre y para siempre, has de ser mi Causa. Sigo siendo tal como Tú
me creaste. Todavía me encuentro allí donde me ubicaste. Y todos Tus atributos
se encuentran en mí, pues Tu Voluntad fue tener un Hijo tan semejante a su
Causa, que Causa y Efecto fuesen indistinguibles. Que tome conciencia de que
soy un Efecto Tuyo y de que, por consiguiente, poseo el mismo poder de crear
que Tú. Y así como es en el Cielo, sea en la tierra. Sigo Tu plan aquí, y sé
que al final congregarás a todos Tus Efectos en el plácido Remanso de Tu Amor,
donde la tierra desaparecerá y todos los pensamientos separados se unirán
llenos de gloria como el Hijo de Dios.
2. Veamos hoy la tierra desaparecer, al principio
transformada, y después, una vez que haya sido perdonada, veámosla desvanecerse
completamente en la santa Voluntad de Dios.
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