12. ¿Qué es el ego?
1. El ego no es otra cosa que idolatría; el símbolo de un yo limitado y separado, nacido en un cuerpo, condenado a
sufrir y a que su vida acabe en la muerte. Es la “voluntad” que ve a la Voluntad de Dios como su enemigo y
que adopta una forma en la que Ésta es negada. El ego es la “prueba” de que la fuerza es débil y el amor
temible, la vida en realidad es la muerte y solo lo que se opone a Dios es verdad.
2. El ego es demente. Lleno de miedo, se alza más allá de lo Omnipresente, apartado de la Totalidad y separado
de lo Infinito. En su demencia cree también haber vencido a Dios. Y desde su terrible autonomía “ve” que la
Voluntad de Dios ha sido destruida. Sueña con el castigo y tiembla ante las figuras de sus sueños: sus
enemigos, que andan tras él queriendo asesinarlo antes de que él pueda proteger su seguridad atacándolos
primero.
3. El Hijo de Dios no tiene ego. ¿Qué puede saber él de la locura o de la muerte de Dios, cuando mora en Él? ¿Qué puede saber de penas o de sufrimientos, cuando vive en una dicha eterna? ¿Qué puede saber del miedo
o del castigo, del pecado o de la culpa, del odio o del ataque, cuando lo único que le rodea es paz eterna, por
siempre imperturbable y libre de todo conflicto, en la tranquilidad y silencio más profundos?
4. Conocer la realidad significa no ver al ego ni a sus pensamientos, sus obras o actos, sus leyes o creencias, sus
sueños o esperanzas, así como tampoco los planes que tiene para su propia salvación ni el costo que conlleva
creer en él. Desde el punto de vista del sufrimiento, el precio que hay que pagar por tener fe en el ego es tan
inmenso que la ofrenda que se hace a diario en su tenebroso santuario es la crucifixión del Hijo de Dios. Y la
sangre no puede sino correr ante el altar donde sus enfermizos seguidores se preparan para morir.
5. No obstante, una sola azucena de perdón puede transformar la obscuridad en luz y el altar a las ilusiones en el
templo a la Vida Misma. Y la paz se les restituirá para siempre a las santas mentes que Dios creó como Su
Hijo, Su Morada, Su Dicha y Su Amor, completamente Suyas y completamente unidas a Él.
LECCIÓN 331
El conflicto
no existe, pues mi voluntad es la Tuya.
1. Padre, ¡qué absurdo creer que Tu Hijo podía causarse
sufrimiento a sí mismo! ¿Cómo iba él a poder planear su condenación sin que se
le hubiera provisto de una manera segura de liberarse? Me amas, Padre, y nunca
habrías podido dejarme en la desolación para morir en un mundo de dolor y
crueldad. ¿Cómo pude alguna vez pensar que el Amor se había abandonado a Sí
Mismo? No hay otra voluntad que la Voluntad del Amor. El miedo es un sueño y no
tiene una voluntad que pueda estar en conflicto con la Tuya. Estar en conflicto
es estar dormido; estar en paz es haber despertado. La muerte es una ilusión;
la vida, la eterna verdad. Nada se opone
a Tu Voluntad. El conflicto no existe, pues mi voluntad es la Tuya.
2. El perdón nos muestra que la Voluntad de Dios es
una sola y que la compartimos. Contemplemos los santos panoramas que hoy nos
muestra el perdón, de modo que podamos encontrar la Paz de Dios. Amén.
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