LECCIÓN 345
Hoy solo
ofrezco milagros, pues quiero que retornen a mí.
1. Padre, todo milagro es un reflejo de los regalos
que me haces a mí, Tu Hijo. Y cada uno que concedo retorna a mí, recordándome
que la ley del amor es universal. Incluso aquí, ésta adopta una forma que se
puede reconocer y cuya eficacia puede verificarse. Los milagros que concedo se
me devuelven en la forma que más me puede ayudar con los problemas que percibo.
Padre, en el Cielo es diferente, pues allí no hay necesidades. Pero aquí en la tierra, el milagro se parece
más a Tus regalos que cualquier otro regalo que yo pueda dar. Así pues, que hoy
haga sólo este regalo, que al haber nacido del verdadero perdón, ilumina el
camino que debo recorrer para recordarte.
2. Que la paz sea con todos los corazones que la
buscan. La luz ha venido a ofrecer milagros para bendecir a este mundo
exhausto. Éste hallará descanso hoy, pues ofreceremos lo que hemos recibido.
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