LECCIÓN 344
Hoy aprendo
la ley del amor: que lo que le doy a mi hermano es el regalo que me hago a mí
mismo.
1. Ésa es Tu Ley, Padre mío, no la mía. Al no
comprender lo que significaba dar, procuré que lo que deseaba fuese solo para
mí. Y cuando vi el tesoro que creía tener, encontré un lugar vacío en el que
nunca hubo nada, en el que no hay nada ahora y en el que nunca habrá nada. ¿Quién
puede compartir un sueño? ¿Y qué puede ofrecerme una ilusión? Pero aquel a
quien perdone me agasajará con regalos mucho más valiosos que cualquier cosa
que haya en la tierra. Que los hermanos que he perdonado llenen mis arcas con
los tesoros del Cielo, que son los únicos que son reales. Así se cumple la Ley
del Amor. Y así es como Tu Hijo se eleva y regresa a Ti.
2. ¡Qué cerca nos encontramos unos de otros según
nos dirigimos a Dios! ¡Qué cerca se encuentra de nosotros! ¡Qué cerca el final
del sueño de pecado y la redención del Hijo de Dios!
No hay comentarios:
Publicar un comentario