LECCIÓN 358
Ninguna
invocación a Dios puede dejar de ser oída o no recibir respuesta. Y de esto
puedo estar seguro: Su Respuesta es la única que realmente deseo.
1. Tú que recuerdas lo que realmente soy, eres el
único que recuerda lo que realmente deseo. Hablas por Dios y, por lo tanto, por
mí. Y lo que me concedes proviene de Dios Mismo. Tu Voz, entonces, Padre mío,
es mía también, y lo único que quiero es lo que me ofreces, en la forma exacta
en que decidas que yo lo reciba. Que recuerde todo lo que no sé y que mi voz se
acalle mientras lo recuerdo. Que no me olvide de Tu Amor ni de Tu Cuidado y que
mantenga siempre presente en mi conciencia la promesa que le hiciste a Tu Hijo.
Que no me olvide de que mi ser no es nada, pero que mi Ser lo es todo.
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