LECCIONES
FINALES
Introducción
1. En nuestras lecciones finales utilizaremos la
mínima cantidad de palabras posibles. Las utilizaremos solo al principio de
nuestras prácticas, y únicamente para que nos recuerden que lo que queremos es
ir más allá de ellas. Dirijámonos a Aquel que nos muestra el camino e imparte
seguridad a nuestros pasos. A Él le entregamos estas lecciones, y a partir de
ahora también le entregamos nuestras vidas. Pues no queremos volver a creer en el
pecado, que fue lo que hizo que el mundo pareciese un lugar feo e inseguro,
hostil y destructor, peligroso desde cualquier punto de vista y traicionero más
allá de cualquier esperanza de poder tener confianza o de escapar del dolor.
2. Suyo es el único camino para hallar la paz que
Dios nos ha dado. Su camino es el que todo el mundo tiene que recorrer al
final, pues éste es el final que Dios Mismo dispuso. En el sueño del tiempo
este final parece ser algo muy distante. Sin embargo, en verdad ya está aquí,
como un amable guía que nos indica qué camino tomar. Marchemos juntos por el camino
que la verdad nos señala. Y seamos los líderes de los muchos hermanos que andan
en busca del camino, pero que no lo encuentran.
3. Consagremos nuestras mentes a este propósito,
poniendo todos nuestros pensamientos al servicio de la salvación. La meta que
se nos ha asignado es la de perdonar al mundo. Ésa es la función que Dios nos
ha encomendado. Y lo que buscamos es el final del sueño, no como nosotros
queremos que dicho final sea, sino como lo quiere Dios. Pues no podremos sino
reconocer que todo aquello que perdonamos es parte de Dios Mismo. Y así, Su
recuerdo se restaurará en nosotros completamente y en su totalidad.
4. Nuestra función es recordar a Dios aquí en la
tierra, tal como se nos ha dado ser Su Compleción en la realidad. No olvidemos,
por lo tanto, que nuestro objetivo es uno que compartimos, pues en ese recordar
es donde radica el recuerdo de Dios y lo que nos señala el camino que conduce
hasta Él y hasta el Remanso de Su Paz. ¿Cómo no vamos a perdonar a nuestro
hermano, que es quien nos puede ofrecer esto? Él es el camino, la verdad y la
vida que nos muestra el sendero. En él reside la salvación, que se nos ofrece
por medio del perdón que le concedemos.
5. No terminaremos este año sin recibir el don que
nuestro Padre le prometió a Su santo Hijo. Ahora hemos sido perdonados. Y nos
encontramos a salvo de toda la ira que atribuíamos a Dios y que después descubrimos
no era más que un sueño. Se nos ha restituido la cordura, en la que
comprendemos que la ira es una locura, el ataque algo demente y la venganza una
mera fantasía pueril. Nos hemos salvado de la ira porque nos dimos cuenta de
que estábamos equivocados. Eso es todo. ¿Y se encolerizaría un padre con su
hijo porque éste no hubiese comprendido la verdad?
6. Venimos a Dios y con honestidad le decimos que
no habíamos entendido y le pedimos que nos ayude a aprender Sus lecciones por
medio de la Voz del Maestro que Él Mismo nos proporcionó. ¿Iba Dios acaso a
lastimar a Su Hijo? ¿O más bien se apresuraría a contestar de inmediato,
diciendo: “Éste es Mi Hijo, y todo lo que tengo le pertenece”? Ten por seguro
que así es como responderá, pues ésas son Sus Propias Palabras para ti. Y nadie
podrá jamás tener más que esto, pues en esas Palabras yace todo lo que existe y
todo lo que existirá a lo largo del tiempo y en la eternidad.
LECCIONES
361-365
Te entrego este instante santo. Sé Tú Quien dirige, pues quiero
simplemente seguirte, seguro de que Tu dirección me brindará la paz.
1. Y si necesito una palabra de aliento, Él me la
dará. Si necesito un pensamiento, Él me lo dará también. Y si lo que necesito
es quietud y una mente receptiva y serena, ésos serán los regalos que de Él
recibiré. Él está a cargo a petición mía. Y me oirá y contestará porque Él
habla en Nombre de Dios mi Padre y de Su santo Hijo.
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