LECCIÓN 59
1. Dios va
conmigo dondequiera que yo voy.
¿Cómo puedo estar solo cuando Dios está
siempre conmigo? ¿Cómo puedo dudar o sentirme inseguro cuando en Él mora
la perfecta certeza? ¿Cómo puede haber algo que me pueda perturbar cuando
Él mora en mí en paz absoluta? ¿Cómo puedo sufrir cuando el amor y la dicha me
rodean por mediación Suya? No he de abrigar ninguna ilusión con respecto a
mí mismo. Soy perfecto porque Dios va conmigo dondequiera que yo voy.
2. Dios
es mi fortaleza. La visión es Su regalo.
Hoy no recurriré a mis propios ojos para
ver. Quiero estar dispuesto a dejar de lado la lamentable ilusión de que
puedo ver, e intercambiarla por la visión que Dios me da. La visión de
Cristo es Su regalo y Él me lo ha dado. Hoy me valdré de este regalo de
tal forma que este día me ayude a comprender la eternidad.
3. Dios es mi
Fuente. No puedo ver separado de Él.
Puedo ver lo que Dios quiere que
vea. No puedo ver nada más. Más allá de Su Voluntad sólo hay
ilusiones. Son éstas las que elijo cuando pienso que puedo ver separado de
Él. Son éstas las que elijo cuando trato de ver con los ojos del
cuerpo. No obstante, se me ha dado la visión de Cristo para
reemplazarlos. A través de esta visión es como elijo ver.
4. Dios es la luz en la que veo.
No puedo ver en la oscuridad. Dios es
la única luz. Por lo tanto, si he de ver, tiene que ser por medio de
Él. He tratado de definir lo que es ver y me he equivocado. Ahora se
me concede poder entender que Dios es la luz en la que veo. Le daré la bienvenida
a la visión y al mundo feliz que me
mostrará.
5. Dios es la Mente con la que pienso.
No tengo pensamientos que no comparta con
Dios. No tengo pensamientos aparte de los Suyos porque no tengo otra mente
que la Suya. Puesto que soy parte de Su Mente mis pensamientos son Suyos,
y Sus Pensamientos son míos.
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