Dios es mi
Padre y Su Hijo Lo ama.
1. Padre, no puedo sino corresponder a Tu Amor,
pues dar es lo mismo que recibir y Tú me has dado todo Tu Amor. Tengo que
corresponder a él, pues quiero tener plena conciencia de que es mío, de que
arde en mi mente y de que, en su benéfica luz, la mantiene inmaculada, amada,
libre de miedo y con un porvenir en el que sólo se puede perfilar paz. ¡Cuán
apacible es el camino por el que a Tu amoroso Hijo se le conduce hasta Ti!
2. Hermano mío, ahora hallamos esa quietud. El
camino está libre y despejado. Ahora lo recorremos juntos y en paz. Me has
tendido la mano y yo nunca te abandonaré. Somos uno, y es solo esta unicidad lo
que buscamos a medida que damos los últimos pasos con los que concluye una
jornada que nunca comenzó.
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